#citaciega
“…mirándose al espejo
se prometió que ‘nunca más’
y se sentó a esperar,
la próxima vez…”
‘El dedo pequeño’, de Fátima M. Roldán
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Podemos llevarlo al campo del Desarrollo Personal o al campo del Personal Branding, podemos estar hablando de Habilidades Sociales o de Habilidades Profesionales… da igual, sea como fuere… cumplir con lo que dices, hoy en día, es un valor en alza.
Piénsalo bien. En un mundo caracterizado por la inestabilidad y los cambios, continuos y sobrevenidos, donde la seguridad de los proyectos, los trabajos, las propuestas…, adolece de una fragilidad demasiado explícita, aquello que se mantiene fijo y estable genera un alto grado de confianza…
…lo que permite, que no es poco, tener una previsión (más sólida, cuanto más grado de confianza exista) de lo que va a ocurrir, del comportamiento que se va a dar o de la respuesta que se va a obtener…
…y cuando las acciones, finalmente, terminan ratificando lo esperado, la confianza se fortalece… y el valor de quien actúa aumenta para los demás.
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Autoconfianza
La autoconfianza tiene la misma raíz. Cuando tú esperas algo de ti, y tus acciones se corresponden con lo esperado, la sensación de bienestar es deliciosa. Te conectas contigo mismo y sientes que todo encaja…
…te das seguridad, te fías de ti… te percibes estable en tus previsiones y capaz de diseñar tus realidades…
…cumples con lo que te dices. La confianza en ti se fortalece. Te das más valor. Aumentas positivamente el concepto que tienes sobre ti, aumenta tu autoestima… de una forma relativamente sencilla…
…cumpliendo aquellos compromisos que nos hacemos a nosotros mismos.
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Los compromisos
De lo anterior, he aprendido en los últimos años, por experiencia propia y acompañando a muchas personas en sus procesos personales y profesionales, lo importante que saber elegir a qué nos queremos comprometer.
Quizás aquí esté una de las principales claves para la autoconfianza y la autoestima: decidir a qué nos queremos comprometer con nosotros mismos y a qué no, saber decirnos que sí y saber decirnos que no.
Decirnos que NO, pertinentemente y con el tono más amable, puede ser una competencia crucial en la gestión de nuestra vida.
Por otro lado, decirnos que SÍ, de una forma u otra, activa nuestra atención sobre las acciones necesarias para dar debido cumplimiento a nuestra afirmación… aunque sea una chorrada, por ejemplo, hacer la cama todos los días a partir de mañana… algo que puede terminar siendo un lastre, cada vez más significativo, si lo dejo de hacer, hasta el punto de que en muchos casos mejor aceptar que podemos vivir con la cama revuelta a que se nos abra una fuga de energía interior con un sentimiento de “me estoy fallando… otra vez…”.
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Sometido al compromiso
…en este punto, tengo que decirte que estoy totalmente alineado con lo anterior, me lo creo… aunque como todo, tiene sus trampas… e ignorarlas nos puede terminar pasando una factura demasiado alta.
Y es que, si bien los compromisos con nosotros mismos son sagrados y están directamente conectados con nuestra autoconfianza y autoestima, puede llegar un momento en el que esta idea sea tan fuerte sobre ti que te veas absolutamente sometido a esos compromisos… es cuando el compromiso, lejos de ser una fuente de satisfacción, se convierte en una amenaza para tu propio desarrollo, realización o incluso identidad…
Esto puedo ocurrir cuando el compromiso está por encima de tus realidades o de las variaciones que se han dado en tu contexto… así, un compromiso aceptado en un determinado momento puede ir perdiendo su vigencia, y tratar de mantenerlo puede ir contra tu realidad presente y sus circunstancias.
Así, (inspirándome en Paul Dolan, otra vez) nuestro “yo experimentador” puede estar viviendo una nueva realidad con un nuevo ritmo, mientras que nuestro “yo evaluador” nos instiga a seguir con el ritmo de la realidad anterior, que fue al que nos comprometimos, con la intención de salvaguardar los valores y principios contraídos con nosotros mismos en un momento anterior, ignorando que estamos en ‘otro punto’…
…la falta de sintonía, entonces, está servida.
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Auto-traición
En algunos casos, la ruptura de un compromiso con uno mismo puede no traer ninguna consecuencia, y pasar sin más. Lógico, hay cosas que no tienen mayor peso.
En otros casos, puede ser percibida como una “auto-traición”, es cuando sentimos que hemos quebrantado la fidelidad que nos debíamos. En estos casos, el compromiso resulta ser especialmente significativo para uno mismo, la entidad del asunto relevante y su gestión emocional más compleja.
La cuestión es que, salvo que te estés “auto-traicionando” constantemente y seas un “auto-mentiroso compulsivo”, si lo miramos con perspectiva fallarse es algo natural. Incluso en los asuntos más relevantes.
A ver, no quiero decir que estemos irremediablemente avocados a fallarnos, lo que digo es que la “auto-traición” entra dentro de lo posible… y cuanto antes lo aceptemos, mejor podremos gestionarla llegado el caso.
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La zona
Si nos mantenemos fieles a nosotros mismos nos mantenemos en una determinada zona. Una especie de “zona segura”, en la que lo previsible es lo habitual, y en la que no todo tiene por qué ser perfecto, pero tenemos la sensación de “estar haciendo lo que tenemos que hacer”. Genial.
Si no nos mantenemos fieles entramos en otra zona, en una especie “zona prohibida” en la que perdemos la sensación de control, no tenemos claras las consecuencias de nuestras acciones, y nos sentimos como si fuéramos una especie de “delincuentes contra nuestro propio patrimonio emocional”, algo que puede resultar bastante incómodo.
Así, otra vez, nuestro “yo evaluador” te dirá que eres un cabrón porque te estás saltando tus propias normas… pero ¿qué dice el “yo experimentador”? … y quizás aquí se pueden abrir dos caminos…
…cuando el “yo experimentador” siente que lo que está viviendo es una mierda, coincidiendo con el “yo evaluador”, la solución está clara. Te estás fallando, la estás cagando y ya puedes ir saliendo de esa zona porque no te está sumando nada más que el poderoso aprendizaje de que “ahí, mejor no entrar” …
…pero cuando el “yo experimentador” siente que lo que está viviendo no le está generando un retorno necesariamente negativo o un malestar interno a la altura de los mensajes que está recibiendo de su “yo evaluador”, el conflicto tiene otra cara…
…eso sí, en estos casos el malestar también está servido… normalmente no nos vamos a sentir nada bien… nos resultará algo incómodo… pero esa “auto-traición” nos ha llevado a una “zona prohibida” que nos ha reconfigurado y ampliado la realidad, y mal que le pese a nuestra parte más ‘conservadora’ ha sumado más que restado.
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Margen
Una de las características de las personas con motivación al logro es que tienen cierta facilidad para identificar qué normas saltarse, de la forma adecuada en el momento adecuado, asumiendo las consecuencias de sus actos.
Asumiendo que cada persona tiene sus propias normas, y sus esquemas de funcionamiento, cabe pensar en la capacidad que tenemos cada uno de nosotros para asumir cuáles de nuestras normas podríamos saltarnos en un momento determinado, qué consecuencias nos deparará nuestra conducta y qué aprendizajes nos dejará.
Visitar nuestra “zona prohibida” y regresar, sano y salvo, puede ser una enorme fuente de experimentación y aprendizaje. Descubrirnos en escenarios nuevos y vivir experiencias más allá de los límites que nos impone nuestro “yo evaluador” puede descubrirnos nuevas perspectivas de nosotros mismos, con un impacto en nuestro desarrollo personal que no tendríamos de otra manera…
…ahora bien, ser conscientes de ello y asumir el viaje y su regreso, es un acto de madurez personal extrema… que implica un alto grado de autoconocimiento y de conocimiento del margen de “auto-traición” que podemos tolerarnos…
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A ver…
…que esto no es una apología de la “auto-tración”… es más bien un intento de ‘patada en los huevos’ a nuestro “yo evaluador”… que es quien en última instancia no nos permite fallarnos (cuando es lo natural), descubrirnos en otras realidades (cuando sería lo ideal) y aprender de nuevas experiencias en un plano de valores distinto al nuestro (cuando sería lo recomendable)… regresando, sin culpas, ni remordimientos a nuestra “zona segura”
….o ampliándola, ganándole terreno a una zona que dejaría de ser prohibida.
Una cuestión de valentía… sin caer en la temeridad.
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Muy, muy interesante, acabo de ver un proceso simplificado de una cuestión de comportamientos compleja. Enhorabuena por el post!
Hola Laura, muchas gracias por comentar…
…la verdad, no es un post sencillo… me alegra mucho que le hayas encontrado sentido.
Un saludo e insisto… GRACIAS!!
d.
Bueno, bueno… por aquí ya la has “liado” 😉
Enhorabuena por el post. Muy claro y útil para la reflexión en pleno proceso de cambio.
Un abrazo!
Gracias Deivit!!
…espero haberla liado en sentido positivo!!
Abrazo!
d.
Hay traiciones que no tienen marcha atrás. No hay zona segura adonde volver. Cómo perdonar esa autotraición?
Hola. Me encantó el post. Me pasarías los datos del libro en el que aparece la cita del inicio? Gracias