#citaciega
“…eran como dos gotas de agua,
que no terminaban de evaporarse…”
‘El grifo’, de Fátima M. Roldán
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Conectar profesionalmente puede ser cuestión de un flechazo, de una casualidad, de una oportunidad o fruto de una estrategia. De una forma u otra, conectar profesionalmente siempre es una satisfacción…
…sobre todo cuando de esta conexión te ha salido un trabajo, un encargo o has alcanzado algún resultado.
Conectar, en mi opinión, es una cuestión de encontrar los denominadores comunes adecuados, y luego, de combinar acertadamente las diferencias.
Y es que, los denominadores comunes nos unen, las diferencias nos complementan.
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Los denominadores comunes
Nos gusta agruparnos con gente con la que tenemos alguna afinidad, en algún sentido. Es clave de conexión. A veces, estos denominadores comunes son muy explícitos e incluso fáciles de explicar. Otras veces, no sabes por qué pero sientes que compartes espacio con la persona adecuada en un contexto determinado, quizás porque haya de fondo un interés común, un beneficio mutuo que se genera o simplemente por el placer de estar (que no es poco, en los tiempos que corren).
Os confieso que me parece más que interesante ese proceso por el que dos personas tratan de descubrir qué puntos de unión tienen. Un proceso que va más allá de mirar, porque para descubrir no se mira, se observa, y la observación es una ventana de nuestro interior que se abre para que entren cosas…
…y sabéis lo chulo… que después de muchos años, en proceso formativos, dinámicas, encuentros, etc., en los que he participado como facilitador, siempre que he invitado a que dos o más personas encuentren algún denominador común entre ellas… siempre, siempre… las personas han rastreado y han encontrado puntos de unión… (basta que escriba esto para que la próxima vez que lo haga haya dos petardos o petardas que digan que no se parecen ni en la forma de masticar)…
…ahora bien, otra cosa distinta es saber poner esos denominadores comunes en valor. En planos informales resulta sencillo, ya que simplemente hay que dejarse estar, dejar ser, y compartir… en planos profesionales esto puede requerir alguna estrategia consciente, un esfuerzo mayor y cierta coordinación que permita evolucionar esos puntos de unión en algo tangible y valioso.
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Las diferencias
Una vez encontrados los puntos de unión, creo que la clave está en las diferencias.
Se habla mucho de que tienes que ser diferente y tal. Que si tienes que buscar aquello que te distinga, que si no puedes ser como los demás y toda esta movida… Yo creo que este planteamiento basado en la “diferencia” y en la “disrupción” a veces despista más que ayuda.
Y es que, cuando le planteas a alguien la pregunta “¿En qué eres diferente?”, salvo que sea una persona que se ha currado mucho su autoconocimiento (y además lo tenga fresco), o alguien que está viviendo un proceso de auto-revelación singular (por algún hecho vital personal o profesional que le esté aconteciendo), o porque tenga un nivel de narcisismo superior a la media… salvo estos casos, y probablemente otros, lo normal, es que la gente se quede un tanto bloqueada cuando le preguntas “¿En qué eres diferente?”… ç
…e incluso chafada, en plan “joder, en qué coño soy yo diferente al resto” o cuando estás en un proceso de desarrollo profesional o de Personal Branding que termine concluyendo “mierda, esto es para gente diferente”.
Además, poner el foco en la búsqueda de la diferencia (sobre todas las cosas) puede terminar haciéndonos caer en alguna extravagancia, confundiendo ‘ejercer tu diferencia’ con ‘llamar la atención’. O en una sobreactuación de nosotros mismos… desproporcionando nuestras competencias… y descafeinando nuestra autenticidad.
Si no hay dos personas iguales, somos diferentes por naturaleza. Ya lo comenté hace un puñado de meses en el webinar que impartí para las Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Solidario (el 14 de febrero de 2017) … si no hay dos personas iguales, no hay dos propuestas de valor iguales.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues que hasta las diferencias, para que aporten valor e incluso realmente sean una ‘diferencia’ tienen que tener el contexto adecuado… recuerda que el contexto es lo que termina aportando el significado de las cosas.
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La función adecuada
Los denominadores comunes nos unen, las diferencias nos complementan.
Así, se trata primero de saber qué tengo en común con la otra persona (o proyecto), y una vez establecidas esas conexiones… entonces, encontrar las diferencias que será lo que permitirá completarnos. Esto es, encontrar lo que tengo que a ti te falta… al mismo tiempo que lo que tienes tú, que para mí es una carencia….
…y luego, el triple salto mortal: de qué forma estas diferencias nos pueden hacer ganar a ambas partes, de qué forma podemos beneficiarnos y producir desde ellas un valor real y tangible.
…las diferencias, descontextualizadas, pueden ser más o menos divertidas, grotescas, disruptivas, creativas, y lo que quieras añadir… pero una diferencia dentro del contexto adecuado, es una pepita de oro, una oportunidad, e incluso un argumento sólido para apuntalar más aún la conexión que ya hemos encontrado.
Poner nuestras diferencias en función de nuestras similitudes es una clave de generación de riqueza mutua.
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Pues eso: observarnos, observar, asociar, compartir, distinguirnos inteligentemente, generar, producir y complementar.
Mañana estaré en Camargo, compartiendo estas ideas y otras con las Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Solidario de la Fundación Santa María La Real que se están desarrollando en Cantabria, en un evento en el que trataremos de generar puntos de conexión entre los profesionales que integran y participan en estas Lanzaderas y algunas empresas que asistirán y aportarán su valor al encuentro.
Sirva este post para ir calentando motores, darle al coco, y pensar en la mejor estrategia para encontrar similitudes y diferencias que generen valor en unos y otros.
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Procesos y Aprendizaje
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Clave de conexión profesional, las similitudes y las diferencias
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Foto de vía Pixabay, con licencia CC0
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