#citaciega
“…cegado por otras luces
se perdía de su camino. Ciego, incierto y vacilante…”
De Pasos hacia ninguna parte, Fátima M. Roldán.
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Lo admito, lo reconozco, lo acepto. Estar enfocado es esencial. Y te lo digo desde mi desenfoque. Esto es, no soy un iluminado con el foco claro y definido, y quizás por eso te lo digo con tanta rotundidad y desde un rol de ‘aprendiz’.
…por reconocer, también reconozco que este es uno de los descubrimientos más reveladores que se me va cuajando en mi repertorio de aprendizajes. En este punto podrías preguntarte que cómo no me he dado cuenta mucho antes, pues mira, básicamente por un par de razones: la primera porque no soy un lumbreras, esto es, soy, por llamarlo de alguna manera, de “aprendizaje lento”; y la segunda porque soy mucho de “metabolizar las cosas”, hasta que no las pruebo, las mastico, les hago la digestión (a veces digestiones pesadas y ácidas, otras ligeras y nutritivas), y forman parte de mis células (o no)… hasta ese momento, no las veo del todo claras. Es así. No soy mucho de abrazar las cosas por ‘una cuestión de fe’.
La pregunta que me surge es: si esta cuestión es tan esencial y tan importante para nuestro desarrollo personal y profesional, ¿por qué nos cuesta tanto enfocarnos?, (la planteo en primera persona del plural para que no se note mucho que hablo de un amigo que conozco y al que le pasa esto,… no creas que estoy hablando de mí, … que va… jajaja, por dios…).
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Según cómo te lo tomes
En este punto se abren un par de caminos.
Teniendo clara la necesidad de enfocarse, y tomando conciencia de que en un momento dado podemos no tener el foco ajustado, puedes tomarte la falta de enfoque como un drama. Un drama que se acelera cuando te das cuenta de que conforme pasan los años sientes que tus recursos no se terminan de optimizar. Un rollo.
Esto no quiere decir que tengas tus competencias paralizadas y muertas de risa esperando ‘su momento’. Lo normal es que las tengas activas, y que tengan su rendimiento. De lo que hablo es de esa sensación latente de ‘creo que puedo optimizar mucho más mis conocimientos, mis habilidades y mis actitudes’.
Por otro lado, puedes tomarte esta situación como un reto. Un proceso continuo de descubrimiento en el que paso a paso, notas que te vas modelando. Te apoyas en la edad (experiencia acumulada) para dar el siguiente paso, en el pasado para hacer las continuas rectificaciones que procedan, en el presente para actuar y en el futuro para alimentar la curiosidad (madre de todos los aprendizajes) de hacia dónde irás y en qué te convertirás. Eso sí, no es un dejarse llevar, es un camino consciente en el que no sueltas las manos del timón (ni en tiempos de calma, ni en tiempos de tormenta).
Para abordar este segundo camino veo esencial que te sacudas todos los complejos, admitas la posibilidad de equivocarte, admitas también la posibilidad de equivocarte delante de todos, lo aceptes y lo normalices. Ya sabes, muchas veces es mejor quedar como un gilipollas por errar el tiro, que quedarse dormido por no atreverse, dejando que se te oxiden los motivos. Todo ello con mucho ‘sentido común’, sin extravagancias, con humanidad, aprendizaje, empatía y humildad.
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Es que, no sé…
La experiencia me dice que todas las frases que empiezan por “es que…” son el olor de algún guiso que se está quemando o se ha quemado en la cocina. Visualizo a un Chef que sale nervioso y apurado, estrujando el gorro entre sus manos, comentándole al comensal por qué no ha podido servirse su comida… “es que…”. Ay.
Lo que ocurre que los “es que” tienen también su punto porque arrojan mogollón de información útil, que será útil si los decimos, los admitimos y dejamos de estar a la defensiva para su tratamiento.
Así, una de las razones por las que quizás no nos enfocamos ES QUE no terminamos de tener claro hacia dónde enfocarnos.
Entiendo que enfocarse no es como entrar en una tienda de regalos y elegir con cuál me quedo. Entiendo que es algo más profundo. Quizás, en este sentido, muchas veces podemos estar confundiendo ‘estar enfocado’ con ‘tener un objetivo’ (concreto, específico,…).
Que ya te digo que no lo sé, que voy camino de ello, pero a mí me apoya bastante la idea de entender “estar enfocado” con “tener un proyecto”, un propósito, una dirección hacia la que ir… y no un destino concreto. No es igual mantener una dirección que enfrascarse en llegar a un destino final. A ver…
…es cierto que siguiendo un determinado rumbo, iremos arribando en distintos puertos. Lo primero es el propósito, lo segundo los objetivos que vamos consiguiendo en la travesía, los peldaños de la escalera. Lo primero nos capitaliza emocionalmente, y nos anima a continuar, lo segundo hace tangible el camino. Y hacer tangible el camino es necesario.
Quizás por eso, no se trate de elegir un puerto, sino un rumbo. Y que ese rumbo nos llene de valor la propia travesía y nos permita llegar a un puerto y otro. Y cuanto más DEFINIDO y claro sea ese rumbo, más enfocado estaremos, mejor nos leeremos, mejor nos leerán.
Aunque los valores que nos mueven siempre son genéricos, los pasos deben ser concretos y fácilmente etiquetables.
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Mis huevos en una cesta…
Efectivamente, el título de este apartado es una metáfora. Por si te quedaban dudas. Y deja de visualizar eso, por dios..!!
Parece que estar enfocado es tener todos los huevos metidos en una cesta, y eso, tal y como está la cosa… asusta. Aún reconociendo la importancia del enfoque, claro y definido, el pensamiento de que nos asocien o etiqueten con algo muy concreto nos puede generar cierta claustrofobia. Quizás por ello, es importante que el camino, como decía anteriormente, tenga y genere valor (en todos los sentidos posibles).
La tendencia a diversificar nuestras inversiones es la vía de escape más clara en este caso. Invertimos nuestras competencias en distintos focos de acción para asegurarnos el retorno por una vía u otra.
Cierto que al final terminamos como quien tiene varios platos chinos, de esos que van dando vueltas sobre un palito, y que tienes que mover para que ninguno se pare y se vaya al suelo. Como locos. De un lado a otro meneando los palitos, y cuantos más platos, más sensación de falsa seguridad y más sensación de que alguno se nos terminará yendo al suelo y haciéndose añicos. AGOTADOR.
Diversificar sin sentido, ni propósito, es lo más parecido a dispersarnos… y terminar diluidos, agotados y quemados. Es así. Como dice Alfonso Alcántara, terminamos como un radiador emitiendo energía hacia todos lados y dejándola ir hacia ninguna parte, y no como una lupa, concentrando toda la fuerza como un punto y generando mucha más fuerza.
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Como Dios
Otra razón por la que no terminamos de enfocarnos es por querer estar en todas las fiestas. Esto es, si estoy enfocado en algo, quizás me esté perdiendo alguna oportunidad en otro sitio. Y es que, decir que sí a algo, es decir que no a otras cosas.
Admitamos que no podemos tener el don de la ubicuidad, esto es, la capacidad de estar PRESENTE a un mismo tiempo en todas partes. Y escribo PRESENTE con intencionadas mayúsculas, porque en las cosas importantes, o estamos o no estamos.
Si dejamos de enfocarnos porque tememos perdernos oportunidades en otros contextos, estaremos siempre vacilantes, a merced de las modas, los sonidos de sirena y las circunstancias. No seremos dueños de nuestra vida en nuestra puñetera vida. Estaremos abonados a una ambición vacía, que como un pozo sin fondo nos hará querer estar en todas partes para no estar en ningún sitio.
…en un mundo como el de hoy, a cada segundo se enciende una nueva luz, más brillante que la anterior, ¿vamos a seguirlas todas?
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Comer, comer
Otra razón por la que creo que no terminamos de enfocarnos y sacarle todo el partido a nuestras competencias es por la propia la inercia de la realidad, y la dificultad por romperla debido a que en muchas ocasiones nos toca las ‘necesidades básicas’. Me explico.
Necesitamos comer. Ingresar. Trabajar. A veces el trabajo (o los trabajos) que nos generan esos ingresos conforman el tejido de nuestra propia dispersión. Se nos reparte la vida en trabajos que NECESITAMOS pero que en ocasiones ni nos hacen felices, ni nos realizan, ni nos hacen sentir enfocados.
Incluso nos podemos encontrar con que hemos iniciado un camino, o varios, y esos caminos tienen ya el recorrido suficiente como para satisfacer nuestras necesidades básicas… pero con un alto coste ya que o bien no nos capitalizan emocionalmente, o bien nos tienen descuartizadas las competencias,… pero nos funcionan relativamente bien, nos desgastan, pero nos dan retorno. Esta situación no es la más efectiva, evidentemente, pero es complicada salir de ella.
Salvo que se te agoten esos caminos, o te los agoten, tendremos que seguir manteniendo esos “trabajos alimenticios”, como los define Andrés Pérez Ortega, mientras nos vamos enfocando.
En la conciliación de estas situaciones está la solución. Es jodido. No nos engañemos, requiere mucha energía, mucho trabajo y mucha inversión de talento (el que tengamos) para conciliar estas dos situaciones: trabajar y al mismo tiempo enfocarnos. Evidentemente, será más sencillo si queremos enfocarnos en uno de los caminos ya iniciados, y aún así no será gratis y no estaremos exentos de trabajar el doble…
…será más incierto y duro si queremos iniciar un camino nuevo. De ahí la importancia de tomar conciencia del ‘para qué’ de nuestro enfoque, de los recursos disponibles y de conocer el contexto al que nos dirigimos.
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Enfocado o enfoscado
Estas no son todas las razones por las que no nos enfocamos, habrá más, habrá otras, digo yo… pero sí son las que más me rondan la cabeza-
La movida es la importancia de sacar todo el partido a lo que eres, a lo que sabes, a lo que haces y a lo que sientes. Generar valor con ello, ser productivo. Optimizarte. Ser feliz en definitiva aportando y aceptando el retorno que todos necesitamos para continuar, un retorno en forma de feedback, de ingresos, de descubrimientos o de aprendizajes.
La cuestión es terminar enfocado y no enfoscado. Es flipante lo que puede hacer una ‘ese’ en mitad de una palabra. Cuando nos ‘enfoscamos’ nos estamos remendando, tapando agujeros, pero la humedad nos volverá a salir y el parche se nos caerá…. no sirviendo para nada todo el sudor gastado en el lavado de cara que le hayamos hecho a nuestra superficie.
Enfoscar también significa “oscurecer, privar de luz y claridad”. Tambien ‘ponerse hosco o ceñudo’. Enfrascarse, engolfarse en un negocio. Encapotarse, cubrirse de nubes… e incluso ‘esconderse’… o dicho de otra manera, lo contrario a enfocar.
Enfocar, hacer que una imagen se recoja con nitidez. Centrar la imagen. Proyectar luz sobre un determinado punto. Dirigir la atención o el interés sobre un asunto o problema, para tratar de resolverlos acertadamente.
Optimizar nuestro recorrido.
Creciendo con cada paso, orientado a un propósito… pues eso…
…buena semana, buen enfoque, buen proceso.
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Sigo sacudiendo mi cabeza,
de lo único que no puedes dar cuenta
es de que guardo un paso por delante…
…no hay lugar para correr
“lights out”, Santigold
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A veces, para enfocarse… hay que apagar las luces. Sin duda.
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Procesos y Aprendizaje
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¿Por qué me cuesta tanto enfocarme?
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Imagen de geralt vía Pixabay
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Estimado David, se podrá decir más alto, pero no más claro. Coincido con tu enfoque y no profundizo para no enfoscarme. Feliz semana
Gracias Benito!
😉
David
Cuando leí este fragmento entendí que me serviría leerlo, también me describe: “soy, por llamarlo de alguna manera, de “aprendizaje lento”; y la segunda porque soy mucho de “metabolizar las cosas”, hasta que no las pruebo, las mastico, les hago la digestión (a veces digestiones pesadas y ácidas, otras ligeras y nutritivas), y forman parte de mis células (o no)… hasta ese momento, no las veo del todo claras.” Ser perfeccionista no me ha ayudado, también que intento ir corrigiendo sobre la marcha para satisfacer ese perfeccionismo y entre una y otra opción, las olas me van llevando a otro sitio y me aleja de donde debo estar, problema de siempre, soy sumamente disperso, divago como si estuviese en mundos imaginarios, sonará increíble, pero esto es lo que me cuesta manejar. Se agradece el post.