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La manía de acabar las frases del otro

David Barreda 11 marzo, 2019

#citaciega

“…no sabía lo que le habían dicho

pero lo entendía todo perfectamente…”

 ‘A lo Sinatra’, de Fátima M. Roldán

.

Ponte en situación. Estás en una reunión social y ves a un pequeño de unos cuatro años, le acompaña el adulto que está a su cargo. Pongamos que es su madre. Con intención de interactuar con el pequeño te inclinas y le preguntas…

– ¡Hola! ¿Cómo te llamas?

La madre responde por el niño – ¡Pedro!

Da igual, tú insistes, te diriges al pequeño otra vez, – ¿Y cuántos años tienes?

– Cuatro- responde la madre sin dejar oportunidad al niño que te mira con los ojos como platos… tú mantienes el contacto visual con el crío y vuelves a la carga…

– ¿Tu color preferido?

– El naranja – vuelve a responder la madre.

– ¿Tu comida preferida?

– Los espaguetis… pero ya me gustan las verduritas y el pescado, como un nene grande – efectivamente, vuelve a contestar la madre modulando alegremente la voz.

El pequeño y tú os mantenéis en silencio… por un momento dudas de que sea real, pero no, no es un muñeco… ni la señora una ventrílocua. Finalmente, tras guardaros la mirada el pequeño parece decirte un “sí, lo sé… qué quieres que le haga” …mientras tú te resignas, guardas la batería de preguntas que tenías preparada y telepáticamente le contestas al crío “…podría haber sido divertido… ánimo chaval…”

.

No sé si te ha pasado esto alguna vez. A mí sí. Varias veces. Lo que podría haber sido una conversación súper divertida escuchando las respuestas que al pequeño se le hubieran ido ocurriendo al dictado de su imaginación… se convierte en una conversación indirecta con un adulto.

Nos hemos perdido la experiencia de disfrutar con el pequeño.

…pero… esto es solo un ejemplo…

.

Precipitándonos

Si observas un poco, esta circunstancia se repite con relativa frecuencia en muchos contextos de nuestra vida cotidiana entre los adultos… sobre todo cuando tendemos a terminar las frases de otras personas.

A nivel profesional esta conducta me parece especialmente relevante cuando esto se da en encuentros iniciales, reuniones que consideramos importantes o significativas o incluso en situaciones de negociación.

.

Encuentros iniciales

En un encuentro inicial la deseabilidad social suele ser alta. Queremos agradar e incluso ‘queremos que nos agraden’. Así, en un intento activo de manifestar sintonía nuestro entusiasmo puede coger las riendas y ponerse a terminar las frases de la persona que nos habla… es una forma de decirle “claro, te entiendo, sé lo que me vas a decir… te entiendo… te entiendo y te entiendo… y qué bien que nos entendemos y pensemos igual” ...

…sin caer en la cuenta de que estás confeccionando un monólogo apoyándote en meras intervenciones simples del otro… sin escucharlo a penas (o nada).

Así, lo que en un principio pudiera parecer un ejercicio de empatía se convierte en una molesta usurpación del lugar de nuestro interlocutor en la conversación.

.

Reunidos, negociando

En reuniones significativas o incluso en procesos de negociación puede suceder algo similar. Pero aquí, además de lo anterior, al acabar la frase de la otra persona se quiere manifestar expresamente que estamos interpretamos la realidad de la misma forma.

Dejamos que nuestro interlocutor empiece la frase para luego modelar nosotros el final, dejarlo claro y así ‘evitar’ cualquier tipo de ‘confusión’. En el peor de los casos, este tipo de conversaciones puede avanzar en un ‘entendimiento aparente’ que es falso, ya que en realidad existen dos visiones distintas de un mismo asunto…

…o incluso podemos terminar vendiendo nuestra posición por hablar más de la cuenta…

…y todo ello sin entrar en el caso de que una persona le intente explicar a la otra lo que esta misma acaba de decir… como si uno no fuese capaz de entender lo dice y necesite de la ayuda ajena para comprenderse…

.

Lo que te pierdes

Al terminar la frase de alguien que nos está hablando lo hacemos desde nuestro mapa mental, desde nuestras suposiciones (que no son más que creencias de cómo son las cosas para nosotros) …solo eso.

Es importante recordarnos, de vez en cuando, que no somos ‘lectores del pensamiento ajeno’ y que lo que el otro pudiera estar pensando siempre tiene un punto de impredecible.

Además, si lo que nosotros estamos suponiendo (y usamos para acabar la frase de otra persona) se acerca a su realidad, ésta lo puede dar como válido y callarse… con lo que habremos evitado escucharla. Así, cortamos el flujo de información con una mera expectativa de lo que entendemos que el otro está pensando.

El tema es que cuando terminamos una frase de alguien normalmente simplificamos lo que el otro hubiera querido decir, así, no dejamos que nos llegue la visión extendida de nuestros interlocutores, con sus palabras, giros, matices y entonaciones… olvidando que la mayoría de las veces es más importante el cómo nos dicen las cosas que el propio mensaje… hemos ahogado una oportunidad.

Es más, incluso cuando la respuesta a algo pueda parecer evidente… deja que quien empieza la explicación la termine… a veces es más importante escuchar que demostrar tu competencia sobre algo.

.

Una ventaja socialmente competitiva

Hay mil formas de no escuchar y una de ellas es esta: interrumpir, solapando nuestro pensamiento sobre el de los demás… anticipándonos a la otra persona… terminando sus intervenciones por ella.

A veces será la prisa. Otras veces el querer agradar. O dar a entender que ‘nosotros ya lo sabemos’. O que conocemos de sobra a la otra persona… en fin, sea de una forma u otra, acabar las frases a una persona es dejarla sin espacio en una conversación… ahogar el proceso de comunicación y perdernos mucha información.

Otra vez la escucha. La importancia de escuchar… de echarnos hacia un lado para observar lo que nos dicen, para dejar que llegue la información, que los mensajes fluyan… para asegurarnos de que estamos entendiendo lo que el otro nos quiere decir (independientemente de que estemos o no de acuerdo)…

…solo así obtendremos la ventaja necesaria para ganar capacidad de respuesta… frente a los demás, y frente a nuestras circunstancias.

Cállate. Deja hablar. Escucha. Siente. Piensa. Responde.

.

 

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David Barreda

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7 comentarios

  • Aurora Cepeda Responder 11 marzo, 2019 at 12:30 pm

    Muy de acuerdo con lo que dices. Ya sabes lo que me gusta el tema. Que importante es escuchar a los demás y que poco margen se les da.
    Gracias por volver a traer el tema, David.

    • David Barreda Responder 16 marzo, 2019 at 12:12 pm

      Gracias a ti, Aurora…
      …por estar y compartir camino (y valores)
      😉
      d.

  • Martin Responder 12 marzo, 2019 at 5:11 pm

    No quise interrumpirte aunque tuve muchas ganas,le hablaba a la pantalla mientras tú escritura me decía lo que yo ya sabía.No fue respeto ni prudencia,más bien un “me aguanto” porque saber ya sabía que es lo que hablas porque “yo”lo vivo cada día ..,Que hermoso es saber que hacer con lo que sabes sin que el otro/a deje de “ser”en su flujo narrativo …..gracias David por espejearme en este post

    • David Barreda Responder 16 marzo, 2019 at 12:13 pm

      ….gracias a ti, Martin, por tus siempre enriquecedoras reflexiones!
      Un abrazo!
      d.

  • Monica Responder 7 enero, 2021 at 5:19 pm

    Hola, buscando información sobre este tema que mencionas, me he encontrado contigo David.
    Cuando este de de interrupción de la frase del otro, adelantarse a responder se vuelve un hábito, una costumbre y la persona no lo nota, cual crees tú desde tu punto de vista, es la mejor forma de explicarle a la persona. Desde mi punto vista es decirle y ya! mira tu no escuchas, respondes sin interpretar, y quizá no es lo que la persona quiso decir. Tienes un monólogo contigo mismo. Pero cuándo esto es un hábito continuo puede resultar muy molesto, y quizás tampoco entienda lo que le están diciendo. Que opinas?

    • David Barreda Responder 23 febrero, 2021 at 9:20 am

      Hola Mónica,

      …creo que hay que buscar el momento y el tono adecuado para que la otra persona pueda recibir el mensaje… aún así, no tenemos garantías de cómo lo recibirá. Creo que merece la pena intentar esa comunicación y sobre todo hacerla con respeto y aceptación.

      Un saludo!
      d

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