No creo que sea una moda hablar de valores hoy en día, más bien es una necesidad. A veces el discurso se focaliza en la “carencia de valores” y otras veces en “los valores que deberían imperar” en nuestra sociedad, en nuestras empresas, en nuestras vidas, etc. la verdad es que creo que este debate es bastante estéril por cuanto llegar a un consenso en un tema tan subjetivo es tarea farragosa y no nos lleva a ningún sitio.
Sí, es cierto que (parece ser) hay una serie de valores universales que garantizan el bienestar y la estabilidad de todos los seres humanos, aunque numerosas son las pruebas de que en demasiadas ocasiones se pasan por alto. No es intención de esta entrada adentrase en ese camino, y sí aterrizar en nuestro día a día y en como operan los valores en nuestras rutinas.
_
¿Para qué sirve tener valores?
Los valores son nuestros principios rectores. Todos tenemos valores, algunos son explícitos y otros permanecen latentes mientras orientan nuestras conductas.
Lo cierto es que detrás de toda conducta, de toda decisión, de toda acción hay una serie de valores que la apoyan. Si no, pregúntate “por qué” haces o piensas algo, y cuando te respondas vuelve a preguntarte “por qué”, y continúa así hasta que reduzcas la respuesta a una sola palabra…¿lo consigues? (sé exigente en este ejercicio, merece la pena).
Tomar conciencia de cuáles son los valores que dirigen tu vida es una actividad fascinante (y en algún caso escalofriante), lo cierto es que te permite una estrategia sencilla y emocionalmente eficaz a la hora de:
_
- conocer tu propósito
- tomar conciencia del fundamento de tus acciones
- tener una referencia para tomar decisiones
- dibujar retos
- considerar hacia dónde puedes girar tu desarrollo personal, profesional, etc.
El problema viene cuando tus valores te convierten en un fundamentalista, aunque sobre el papel sean los valores más sanos, saludables, ecológicos y universales.
_
Fundamentalista de tu propia doctrina
Según el Diccionario de la Real Academia, en su tercera acepción, define fundamentalismo como “exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida”, y esto, desafortunadamente es una realidad que se cuela muchas veces en nuestras rutinas y nuestras creencias del día a día.
Crees tanto en la “paz” que no toleras a quien consideras no la construye e invisiblemente le haces la guerra.
Crees tanto en la “escucha” que te niegas a escuchar a quienes no escuchan, o a quienes no escuchan como tú crees que hay que escuchar.
Crees tanto en la “solidaridad” que no le darías ni un ápice de nada a los que no aprecias como solidarios.
Crees tanto en la “justicia” que te olvidas que la justicia es poliédrica.
Crees tanto en el “amor” que terminas odiando a los que no aman.
Crees tanto en la “cooperación” que expulsarías a los individualistas.
Con el tiempo, valores tan maravillosos quedan deformados por una intransigencia absurda que los fuerza, que los hace perder su naturalidad y que nos puede convertir en “mercenarios” de nuestras creencias.
_
El mundo no eres tú
No estoy haciendo apología en contra de los valores. Todo lo contrario, me parecen más que una tabla de salvación en nuestros días, me parecen una palanca que nos impulsa y nos coloca en la mejor versión de lo que podamos ser.
Es verdad que a veces pensamos que tenemos valores que son para nosotros muy importantes (por ejemplo, la familia) pero que resulta que en la práctica no son tan relevantes como pensamos (por ejemplo, pasamos poco tiempo con nuestra familia, o el tiempo que pasamos es no es de calidad). No obstante, tomar conciencia de cuáles son nuestros puntos cardinales, nuestros valores, nos aporta una brújula que nos da seguridad a la hora de viajar por nuestra propia vida.
Pero ojo, no nos olvidemos que nuestra brújula es solo nuestra brújula, y que solo sirve para un mapa: el nuestro. Y existen muchos más mapas, tantos como personas hay en el mundo. El mundo no eres tú, tu mapa no es universal (es solo tu mapa) y tus valores solo eso: tus valores.
_
No te tomes la vida demasiado en serio
…bueno, tómatela como te de la gana, pero piensa que poco vas a ganar, que es una batalla muy desgastadora convencer a los demás que el mundo es tal y como tú lo ves.
Toma conciencia de tus valores, son una receta infalible para orientar tus acciones, pero no te olvides que si te los tomas demasiado en serio te puedes convertir en un fundamentalista de tu propia doctrina.
_
_
Foto de la entrada de Toni Prats.
0
Deja un comentario