Este lunes día 28 he estado en Osuna (por cierto, un pueblo andaluz muy bonito que recomiendo visitar), más en concreto estuve en la la Escuela Andaluza de Economía Social, facilitando una formación en Habilidades Colectivas Emocionales dentro del Diplomado en Dirección de Empresas Cooperativas y Organizaciones de la Economía Social y Solidaria.
Ha sido un día productivo y muy nutritivo, generando espacios de reflexión y acción con alumnos de Panamá, Honduras, Cuba, Costa Rica, República Dominicana y Nicaragua, todos ellos gestores y directivos de Cooperativas en sus respectivos países.
El tema ha sido fascinante: la importancia y el impacto de las emociones individuales en el equipo de trabajo, en los procedimientos y en los resultados, y desde ahí, el proceso de cómo se va generando esa inteligencia emocional colectiva y cuáles son las claves que necesitamos para una gestión sana de la misma.
Estoy encantado de compartir algunas de las reflexiones que hemos trabajado tanto de manera teórica, como de manera práctica.
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Perfil técnico x Perfil emocional
El perfil técnico de un equipo, donde tradicionalmente se ha puesto el foco, no garantiza por sí solo el buen resultado de un proyecto. Bien es cierto que sin las competencias técnicas resultaría imposible abordar cualquier reto colectivo. Pero tampoco sin las competencias emocionales podríamos movilizar la energía necesaria que se esconde detrás de cada acción, por muy técnica que sea para alcanzar el resultado propuesto.
Que sí, que puedes actuar de manera robotizada, pero en ese caso las consecuencias a medio/largo plazo acaban siendo nefastas para las personas y los proyectos. Y es que no hay nada más efectivo para desproveer de alma a un proyecto que basarse únicamente en procesos continuos y rutinarios que bien puediera hacer cualquiera, arrebatando todo el valor que pudiera generar una persona en esa actividad.
Personalmente considero que para ir a la raíz del comportamiento emocional de un equipo, se hace necesario comenzar por facilitar la reflexión individual de cada uno de sus miembros, y eso es algo que bien hemos trabajado esta mañana. Saber cómo soy yo trabajando en equipo, o dicho de otra manera, conocer cómo es cada miembro de una colectividad en relación al ejercicio de sus competencias emocionales cuando se nos presentan retos estratégicos y rutinarios, nos marca el perfil emocional del grupo y su capacidad para generar las sinergias positivas que necesitamos para lograr los resultados propuestos.
Necesitamos por tanto que el equipo tome conciencia y articule adecuadamente sus emociones partiendo precisamente de la toma de conciencia individual de cada componente del grupo, sin lo cual es más que complicado generar una responsabilidad compartida. Trabajar de manera práctia esta parte es sencillamente TRANSFORMADOR y altamente satisfactorio para los que participamos y facilitamos este tipo de procesos, ojo, aviso, a veces no es sencillo y puede resultar incómodo.
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Emociones colectivas orientadas a objetivos
Si la inteligencia intrapersonal es la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar ese conocimiento que generemos para orientar nuestra conducta; la inteligencia interpersonal es la capacidad de discernir y responder a los estados de ánimo, temperamentos, motivaciones y deseos de las demás personas.
Ambas inteligencias conforman los dos ejes del sistema de inteligencia emocional con sus respectivas derivaciones: autoconocimiento, autogestión emocional, conocimiento de los demás, gestión de las relaciones.
Estas cuatro derivaciones que se manifiestan en cada interacción con los demás acabará conformando la inteligencia emocional colectiva, esto es, la capacidad de reconocer las emociones que se dan en el equipo y gestionarlas adecuadamente hacia los objetivos deseados.
Y aquí está precisamente el reto, en incrementar la capacidad del equipo para reconocer y leer adecuadamente la emoción predominante que se da en cada momento, para gestionarla de la mejor manera hacia los resultados que el equipo y el proyecto necesitan.
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Gestión de egos
Y ese reto anterior del que hablo pasa necesariamente por la Gestión de Egos en nuestros equipos. Tomar conciencia de la propia conducta emocional permite la gestión de la misma. Tomar conciencia del impacto de mi conducta emocional en el equipo, posibilita tomar parte activa en la gestión emocional colectiva. Sin lo primero, difícilmente podríamos llegar a lo segundo.
Para ello, la adecuada “gestión del ego” nos facilita ser proactivos y responsables del contexto emocional que queramos generar. Saber qué actitudes y conductas (propias) están obstruyendo la consecución de los objetivos en el equipo viene conectado íntimamente al reconocimiento de los juegos inefectivos que cada persona articula en el grupo y de las conductas potenciadoras que conforman su abanico de recursos y fortalezas.
Afrontar este proceso que describo no es sencillo, pero no imposible y sí es necesario y efectivo a corto, medio y largo plazo. La configuración de estas conductas nos dibujarán el mapa propio y por tanto el mapa emocional colectivo, conocer este mapa nos permitirá saber movernos hábilmente por las necesidades emocionales del grupo.
O gestionamos adecuadamente el ego, cada uno el suyo, o el equipo estará vendido a un puñado de conductas y actitudes limitadoras del talento y del proyecto colectivo.
Eso sí, una vez gestionado nuestro ego, es más que aconsejable respetar la gestión que el resto de nuestros compañeros y compañeras hagan de lo suyo… esto es, si vas más adelantado que los demás muéstrate facilitador a tus compañeros de su propia gestión y simplemente acompaña… y si eres de los que necesitas apoyo, déjate apoyar.
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Generar hábitos colectivos emocionalmente efectivos
Todo el proceso anterior no tendría sentido si no se acaban instaurando conductas adecuadas, saludables, efectivas y perdurables en el tiempo.
El aprendizaje de la inteligencia emocional colectiva se manifestará cuando de manera inconsciente se den una serie de acciones concilien el bienestar de las personas que integran el equipo y al mismo tiempo nos acerquen al propósito que da sentido al proyecto.
Elegir bien qué hábitos necesitamos eliminar, cuáles queremos modificar y cuáles queremos potenciar, será una manera de comenzar y hacer tangible los pasos necesarios para el desarrollo de la inteligencia emocional colectiva.
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Pues todo es lo que he estado haciendo hoy, con un grupo fantástico de hombres y mujeres que se cruzaron el charco para generar un conocimiento que repercuta de manera positiva en sus comunidades… de verdad que ha sido: GENIAL.
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Rockin’In The Free World !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Como siempre, muy interesante y provechoso todo lo que dices. Me ha llamado la atención lo de “gestión del ego”, yo siempre indicaba “control del ego” y, está claro que gestionar es más “democrático” que controlar; pues bien, cambiaré de procedimiento. Un saludo
Gracias como siempre Benito por tu visita y por tu comentario. La gestión del ego es uno de los principales retos que deben afrontar ya no solo los individuos, si no también las organizaciones por su directo impacto en una relaciones saludables y efectivas.
Un abrazo!!
David