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Proactividad, productividad y equilibrio

David Barreda David Barreda 18 julio, 2016
cuaderno

Una de las cosas más valiosas que me está aportando trabajar por cuenta propia (desde que empecé mi vida laboral) es el hábito de pararme, al menos una vez al año, para tomar perspectiva de cómo han ido las cosas, decidir qué estrategias me van a servir para darle continuidad a las anteriores, qué rectificaciones de rumbo quiero aplicar y qué objetivos concretos van a orientar mis energías para el próximo curso.

Normalmente esta es una reflexión que suelo hacer en este momento del año, procurando tenerla clara antes de que llegue agosto. Así que estos días dedico gran parte de mi tiempo (no todo el que me gustaría) a esta tarea, y es que este año está siendo un poco especial ya que tengo encargos que me ocuparán los primeros días de agosto, lo que me “obliga a ser flexible” en este sentido y conciliar trabajo y reflexión de la mejor manera posible.

De una forma u otra para mí es importante comenzar la temporada con los objetivos definidos. No sé cómo te sonará todo esto que te estoy contando, pero te puedo asegurar que ganándome la vida con lo que mis competencias son capaces de generar, tener una estrategia (conectada con mi ‘visión’ de las cosas), para mí es esencial, orientativa e incluso inspiradora.

Además de la parada y reflexión, recoger año tras año estas reflexiones por escrito te permite repasarlas. Aunque con el paso del tiempo leer algunas de las notas de ese cuaderno (ver foto de la entrada) es como ver alguna de esas fotos tuyas de adolescente… de esas que duele verlas de lo feo que te ves, lo raro que estabas y las cosas tan ridículas que llegabas a pensar o hacer. En fin, el trago hay que pasarlo, además uno aprende a perdonarse muchas cosas y pensar que sin aquello no estaríamos aquí (aunque no tengas claro que ‘aquí’ sea el mejor sitio al que hubieras querido llegar).

En estos días, cuando me meto en este trabajo de autoanálisis, hay tres palabras que me resuenan con bastante fuerza y a las que quiero dedicar este post: proactividad, productividad y equilibrio. Quizás porque las tres van conformando la estructura de mi aprendizaje profesional hasta el momento, quizás porque la una me lleva a la otra y quizás porque entre las tres me van señalando el camino.

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Proactividad

Probablemente sea una de las palabras más importantes para mí en los últimos años. Un concepto muy potente que implica tomar la iniciativa en tu vida, esto es, vivas el contexto que vivas dejar de ‘reaccionar’ ante las circunstancias para ‘responder’ frente a ellas.

Y es que la reacción es automática, depende del estímulo que te encuentres y te hace estar a merced de las circunstancias que son las que te marcan la pauta. Cuando reaccionas no tienes el control. Reaccionar es ‘entrar al trapo’ y convertirte en prisionero precisamente de esas circunstancias. Si las cosas van bien tú estás bien, si las cosas van mal tú estás mal. Chimpún.

Por contra, la respuesta es pensada y decidida. Es posible que no puedas cambiar tus contextos y circunstancias, es más, es posible que tus circunstancias te parezcan las peores… pero aún así puedes elegir la actitud con que vas a afrontarlas y qué conductas son las que vas a llevar a cabo en esas condiciones. Hay una frase muy ‘coaching’ que lo resume muy bien: la vida es como una partida de cartas, lo que ocurre a veces es que nos toca una mala mano, aún así, tú decides cómo jugar la partida, tú la juegas, tú decides la estrategia.

No es sencillo, porque cuando hablamos de cuestiones vitales (por ejemplo, conseguir en ‘época de crisis’ que entre pasta en tu casa en función a lo que te des a valer) pues la verdad, más que de ‘responder’ de lo que te dan ganas es de una satisfactoria, aliviadora y contundente ‘reacción’ tipo: ‘mecagoentodoloquesemeneapasoyadeestoquienmemandaríametermeenestoellunesestoyyaechandocurrilumussssjoder’.

Lo cierto es que emitir una respuesta depende mucho del ‘autocontrol’ que una persona tenga, pero es que precisamente es el ‘autocontrol’ lo que la mayoría de las veces marca la diferencia entre el éxito y el fracaso a la hora de tomar las mejores decisiones y conseguir nuestros objetivos. Quizás por eso el ‘autocontrol’ al que me refiero sea el pilar principal de una persona emocionalmente inteligente.

Pero claro, con el paso del tiempo vas respondiendo, vas tomando decisiones responsables y poniendo en marcha iniciativas que te permiten llevar a cabo lo que quieres hacer y cómo lo quieres hacer, y aún así… a pesar de que te sientes ‘proactivo’ te das cuenta de que eso no es suficiente…

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Productividad

La proactividad es tan necesaria como insuficiente por sí misma. Además de ser proactivos hay que ser productivos. Esto que acabo de decir es pura opinión personal, con la que puedes o no estar de acuerdo, pero cada día estoy más convencido que la proactividad sin productividad te convierte en un ‘iniciador’ de cosas que no llegan a ningún fin, y te mete en una espiral de movimiento que si bien son elegidos por uno mismo no llevan a ninguna parte y te acaban agotando.

Hambriento de sacarle más partido a mis iniciativas este año llegué con mucha necesidad al concepto de productividad. Por cierto, si buscas sobre productividad más pronto que tarde llegarás a los blogs de José Miguel Bolívar y Jerónimo Sánchez, que entre otros, han sido de los lugares de los que más he aprendido este año y más me han servido para ir aprendiendo a ‘domesticar’ mi proactividad. [Gracias, gracias,…]

No es que haya sido un desastre hasta ahora sin rumbo ni dirección determinada. Para nada. De hecho, me he caracterizado por ser demasiado reflexivo al querer elegir bien el tiro que quiero dar, y aunque esto me ha ayudado con muchos de mis aciertos… me ha hecho estar alejado de alcanzar esos mismos resultados (y más) de la manera más óptima, o mejor dicho, de forma más productiva.

En conclusión, la proactividad (que es una actitud) necesita de su correspondiente conducta, si no, se queda en eso, en una mera ilusión de control o en una fantasía de lo bien que crees estar dirigiendo tu vida.

Pero además, estas conductas proactivas necesitan ser “las correctas” para conseguir el objetivo propuesto (esto es, eficaces), “hacerse bien” equilibrando recursos empleados con resultados obtenidos (esto es, eficientes), siendo del todo efectivas cuando finalmente nos acerquen al objetivo deseado. [Para saber más sobre estos conceptos ver el post de José Miguel Bolívar -> aquí].

Y en ello ando, tratando de afinar mi eficacia, mi eficiencia y mi efectividad, para optimizar mis recursos y ser más productivo.

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Equilibrio

Así, que si en un primer momento integré el concepto de proactividad y ahora voy tomando conciencia de la importancia del concepto de productividad y todo lo que el mismo engloba, este año me aparece una pata más en el desarrollo de mis competencias: el equilibrio.

Fíjate, trabajar por cuenta propia, en algo que te gusta, sin horarios, sin ritmos definidos, con las fronteras entre lo profesional y lo personal desdibujadas… tiene un enorme peligro, bueno, tiene muchos, pero uno de ellos es que “nunca es suficiente”. Esto es, podrías llevarte todo el tiempo del mundo trabajando y siempre tendrías cosas que hacer. Puedes estar atendiendo un encargo, un proceso personal, o inventándote la próxima iniciativa, escribiendo el próximo post de tu blog, o reuniéndote con gente con la que pueden salir iniciativas interesantes, y así hasta el infinito…

Cuando tu trabajo depende ti. Cuando los ingresos que percibes depende de lo que seas capaz de generar corres el peligro real de convertirte en un esclavo de ti mismo. Y esto es jodido, jodido porque siempre crees que puedes hacer más, jodido porque la incertidumbre es una constante de tu ecuación que te empuja a “seguir haciendo”, y jodido porque a la larga te acabas quemando y puedes terminar viviendo una situación tristísima: odiar lo que más te gustaba.

Aunque de momento mi relación con mi trabajo no es ni mucho menos de odio (todo lo contrario) y mis conflictos con mis competencias no pasan de las meras peleas domésticas… la verdad, reconozco que la desconexión en determinados momentos es de las mejores respuestas que uno puede dar para salir de determinados bloqueos, sacudirse algo de estrés, y lo mejor… alimentar la creatividad, y es que si un buen puñado de buenas ideas se te ocurren en la ducha, no te quiero ni contar las que te aparecen cuando te das un paseo con la bici, caminas por la playa o te vas al cine.

O dicho de otro modo… cada vez tengo más claro que la proactividad necesita convertirse en productividad, y que la productividad es directamente proporcional al equilibrio que permite respirar a tus competencias, a tu creatividad y a tus energías.

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Bueno, y poco más porque se me está alargando mucho el post (que se suponía iba a ser breve, breve…), el tema simplemente era compartir parte de la reflexión que me está ocupando estas semanas y poner en valor tres conceptos que bien conjugados pueden dar los mejores resultados: la proactividad, la productividad y el equilibrio.

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