Ser malo mola… es así, no te engañes…, y si te sacudes la sensación de “culpabilidad”, ser malo o mala pone bastante, ¿Por qué? pues no tengo ni idea, ni es objeto de esta entrada reflexionar sobre ello. Me podrías decir que “ser bueno mola más”, pues vale, lo que tú digas…, no te lo discuto, pero hoy quiero hablar de que “ser malo mola”; que ya quisiera ser yo un “buen malo”… (por cierto, como este artículo va de ser malo os aviso que escribo algún que otro taco en esta entrada, aunque si fuera un buen malo no avisaría y os lo tragaríais sin más… ¿veis como no me sale bien?)
El buenismo y la ingenuidad
El buenismo y la ingenuidad han hecho estragos… y lo que queda. Sobre todo cuando se confunde la “inteligencia emocional” con “ser bueno” o la identificamos con la idea simplona de “ser una persona positiva” y se propone a la gente ‘actuar contra natura’, esto es, forzando actitudes que acaban desgastándose y confundiendo las conductas.
Cuando ejercemos discrecional y forzadamente el ‘buenismo’ (con ingenuidad) creemos que caminamos hacia la solución de todos nuestros males, los de nuestro entorno y de propina, los de todo el mundo. Es fácil, muy fácil encontrar las redes sociales saturadas de ‘positivismo’, un positivismo replicado, copiado, forzado hasta la saciedad. Reconozco que sufro auténticas crisis de empacho en este sentido.
Ejercer el “buenismo” a toda costa nos hace perder autenticidad, nos lleva a actuar en función a un rol supuestamente ideal y no en función de lo que sería nuestra respuesta natural. El “buenismo” se apoya en la “ayuda”, y ya les argumenté mis 10 razones para no ayudar a nadie.
Aunque para mi, una de las cosas más peligrosas que pueden derivar de la mezcla de buenismo+ingenuidad es una irreflenable e insostenible pérdida de “asertividad” (entendida como capacidad de posicionarse/afirmarse ante los demás sin causar conflicto ni a la otra persona, ni a ti mismo). Y es que esta combinación abre una especie de ‘barra libre’ para el resto de la humanidad en la que los demás terminan beneficiándose de tus reservas, y oye, eso… desgasta, agota y termina con el tiempo causando distancia y rechazo hacia nuestras propias conductas… vamos, que sentimos que “si somos buenos se aprovechan” de nosotros y “decidimos dejar de ser buenos”…
…que digo yo que entre el “no hago lo que me pides porque no me sale de los cojones” y el “de verdad que me encantaría hacer lo que me pides de corazón pero no puedo…bueno venga sí, lo hago” habrá una escala y dentro de ella algún punto en el que nos sintamos más auténticos y cómodos.
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Las personas motivadas al logro
Cuando estudié que las personas con alta “motivación de logro” tienen cierta facilidad para cometer pequeñas infracciones saltándose las normas cuando considera que deben hacerlo, la verdad, flipé un poco…, “¿entonces, se puede ser un poco malo?” me dije cargado de ingenuidad, como si llevara años perdiendo el tiempo y “encerrado” en ciertas “normas” que si bien por un lado me daban seguridad, por otro me restaban creatividad y capacidad de acción. No es que ahora sea un delincuente (juro que no, policía), pero reconozco que aquella frase me confrontó directamente.
Vivimos en sistemas cargados de normas, (muchos de ellos ahora están en crisis porque quienes los configuran no tienen nigún escrúpulo en obviarlo al mismo tiempo que nos exigen su cumplimiento), lo cierto es que sistemas cargados de normas redundantes y reiterativas (como ocurre con muchos sistemas de calidad en muchas empresas y organizaciones), nos hacen caminar como enredados y sin margen de acción para nuestra creatividad, nuestra toma de decisiones y nuestra acción.
Las normas crean rutinas y dan seguridad, pero al mismo tiempo configuran hábitos y automatismos que nos despojan de “nuestra manera de hacer las cosas”. A veces, vencer un obstáculo, luchar por alcanzar un logro personal o afrontar un desafío, implica asumir un riesgo y salirse de la norma.
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“Ser malo” no es “ser un cabrón”, es un arte
Ser malo mola, pero “ser malo” no es “ser un cabrón”, igual que “ser bueno” no tiene nada que ver con “ser un gilipollas” (=buenazo/a).
La capacidad de saber cuándo puedes “ser malo”, qué normas decides saltarte, cuándo decides hacerlo y todo ello en función a UN PROPÓSITO y SIN FASTIDIAR A NADIE…, eso, es todo un arte.
Ser “ecológicamente malo” es ejercer una disrupción necesaria para poder avanzar, para alimentar nuestra creatividad, para buscar nuevas soluciones y nuevas dimensiones.
Ser “ecológicamente malo” no es incompatible con ser “ecológicamente bueno”, son dos maneras de actuar, de decidir, de posicionarse ante los demás. Son dos herramientas y tú decides cuándo usar cada una de ellas. Tanto con una como con otra ganas en autenticidad, en naturalidad y en asertividad.
Ser “ecológicamente malo” es todo un arte que trata de flexibilizar la norma sin perjudicar a nadie, ni a los demás, ni a ti, sin sacrificios…, que trata de ver “los espacios” donde aparentemente no hay margen de acción…
…y es que no debemos de olvidar que las “normas”, las “reglas” y los “sistemas” son un medio y no un fin, y que los contextos cambian, las personas evolucionan y todo sistema merece una revisión para nuestro bienestar y desarrollo.
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Para terminar… aquí te dejo el Bad de Michael Jackson, en version extendida (¡toma ya!), para que te entrenes, a ver si tienes lo que hay que tener… ¡esto es actitud!…
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(…reflexión final: ¿Cuánto tardaría Michael en ponerse y quitarse todas esas hebillas?… ¿Veis?, ya me he despistado de mi propósito de “ser malo”…)
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David, aunque la mona se vista de seda, mona se queda…
Feliz lunes buenazo.
…a veces vestirse de seda te da cierta ‘actitud’…
…un abrazo!!
Genial artículo que leo (como todos) con atención y sabiendo de antemano que me va a aportar infinidad de nuevos conocimientos a la vez que un rato agradable; y es que no sé si eres capaz de ser “ecológicamente malo” ( te adelanto que a mí de “gilipollas grado máximo” no me saca ni Dios!) pero sí sé que sabes escribir, decir verdades como puños y hacer reir, y todo a la vez! Eso sí es Arte, señor Barreda! Felicidades una vez más. Saludos
pd. Lo de las hebillas no quiero ni pensarlo.
Muchas gracias Inma!!!
Has puesto palabras a una cuestión que llevaba dándole vueltas hace tiempo.
“Ejercer el buenismo nos hace perder autenticidad”, y la autenticidad también tiene un valor en las relaciones con los otros, que inevitablemente estarán plagadas de conflictos. Ser bueno, por ser bueno, sin tener convicciones y creencias que las sustenten nos hace menos válidos, porque tarde o temprano se nos verá el plumero.
Una anécdota: Hace un tiempo comentaba con mi pareja que en una red social profesional un contacto había dado al enhorabuena a otro por quedarse en el paro a los 56 años de edad, ya que esto era una oportunidad para…(Bla, bla). Hay circunstancias que son negativas y punto, hay que enfrentarlas y encararlas, pero no podemos ningunear el sufrimiento de una persona de esa manera.
Comparto tu comentario al 100%, y te doy las gracias por completarlo con tu anécdota. Considero que es muy gráfica y como tú dices: “hay circunstancias que son negativas y punto, hay que enfrentarlas y encararlas” sin ningunear el sufrimiento de la persona que las padece.
MUCHAS GRACIAS!
(…y mucho ánimo con tu blog, excelente proyecto!!: http://parentalidadenpositivo.blogspot.com.es/ )
Pedazo de artículo…Me gusta tu hilo de pensamiento
Yo tambien ando testeando la maldad, ,y mola muuuucho