Yo no sé si estas cosas deben comentarse en un blog… la cuestión es que yo soy de los que cuando vio Top Gun quiso ser piloto, llevar gafas del sol, mascar chicle y jugar a volleyball en la playa (lo único que conseguí con cierta dignidad fue lo del chicle). El problema es que cuando vi Kárate Kid quise ser karateca, y cuando vi Rocky, boxeador. Incluso cuando vi Rambo quise ir a la guerra, algo absurdo porque yo en una guerra lo primero que haría sería preguntar por dónde cae el sitio para rendirse…
…y reflexiono todo esto porque a mis 41 años, después de ver Stars Wars el sábado pasado (tras visionar en Youtube un extraordinario resumen de cuatro minutos de toda la saga, para ver en qué punto estábamos -los frikis me matan-), bueno pues eso, después de ver Stars Wars me picó el gusanillo de convertirme en un Jedi… o al menos de tener una espada láser de esas, aunque me parece un lujo caro, porque no siendo yo una persona de matar a gente ni nada parecido, utilizarla solo para ir segando las ramitas que bordean los caminos me parece excesivo… tampoco sé si sabría comportarme con naturalidad ante muchos de los bichos que salían en la película… qué vamos a hacerle… el tema es que durante un rato estuve un tanto confuso sobre abandonarlo todo y convertirme en un Jedi…
…
Después de no tener muy claro si he terminado de arruinar mi carrera profesional con estos dos últimos párrafos, y con un poco de perspectiva, me pregunto dónde tenemos el foco cuando tratamos de buscar aquello que nos apasiona, aquello que nos gusta, en qué referentes nos fijamos y si fijarse en ‘referentes’ es la mejor estrategia para dilucidar qué es lo que quiero y/o cuál es mi vocación.
.
Buscar lo que nos apasiona está sobrevalorado
Hace unos meses escribí un post que se llamaba precisamente así Buscar lo que nos apasiona está sobrevalorado. Allí comentaba cómo esta búsqueda podría terminar generándonos más ansiedad y frustración que otra cosa, como la del soltero en un grupo de casados que siente que tiene que tener pareja. Y es que hoy en día, en esta sociedad del conocimiento, en la que parece que en temas de competencias todo se puede y todo está a nuestro alcance… se nos dibuja una creencia en forma de «o encuentras lo que te enamora o estás fracasando».
Y si bien todos tenemos derecho a buscar aquello que nos motiva y nos activa, siendo además aconsejable, bien es cierto que resulta absolutamente inefectivo que a cuenta de esta búsqueda te agotes en el intento o entres en parálisis y te quedes sin hacer nada hasta que creas que te ha llegado LA OPORTUNIDAD, si es que consigues creerte que te ha llegado (y esto ocurre, y esto bloquea).
El reto, por tanto, estaría en encontrar la manera de conciliar nuestra subsistencia y desarrollo (en todas sus dimensiones) con la búsqueda de aquello que nos apasiona.
.
Vale, pero ¿porqué no terminamos de encontrar lo que nos apasiona?
Ken Robinson, en El Elemento, comentaba que uno de los principales motivos por los que las personas no descubren cuáles son sus habilidades y pasiones es precisamente «la percepción limitada que tenemos de nuestras propias capacidades naturales», esto es,
.
- La limitación que supone el desconocimiento que tenemos sobre nosotros mismos y el alcance de nuestras posibilidades, que se acrecienta con la poca capacidad que tenemos para optimizar nuestro autoconocimiento.
.
- La escasa comprensión de cómo todas nuestras capacidades pueden llegar a relacionarse entre sí de forma integral, unas con otras, generando competencias que no habíamos imaginado que pudiéramos tener.
.
- Y la desconexión que se tiene con respecto a nuestro propio potencial para crecer y cambiar.
.
Abriendo pensamiento…
Por todo lo anterior, y con el ánimo de considerar algunos aspectos que nos pudieran orientar la reflexión sobre qué es aquello que define nuestra pasión y nuestras motivaciones, pongo encima de la mesa algunas ideas en este sentido, a ver si entre unas y otras te configuras tu propia estrategia…
Conocer mis aptitudes, qué es lo que sé hacer. Llevar a cabo un autoconocimiento técnico, un autoconocimiento frío que simplemente fotografíe las aptitudes que más usemos, que mejor usemos o simplemente las que tengamos.
Observar mis actitudes, esa parte invisible pero tangible que envuelve cada acción que llevamos a cabo y que, no nos engañemos, es la que termina definiéndonos. Observar con qué ánimo me acerco cuando afronto determinadas actividades, si con un ánimo positivo, negativo, de resignación, de aceptación,… en qué soy proactivo, por qué cosas me levanto del sofá…
Tomar conciencia de qué es lo que se me da bien, me guste o no me guste, e igualmente indagar sobre qué es lo que piensan los demás que se me da bien.
Tomar conciencia de qué cosas son las que me hacen sentir bien, y además, cuando las hago o las vivo me fortalecen el ánimo y las capacidades, esto es: las haces y al mismo tiempo te hacen crecer.
Saber qué despierta mi curiosidad.
Conocer cuáles son mis preferencias a la hora de invertir tiempo y recursos, y ojo, me refiero a esas inversiones conscientes que hacemos con conocimiento de causa y a las inversiones inconscientes, a esas en las que no caemos en la cuenta, pero de facto las hacemos y nos ocupan espacio, tiempo y capacidades.
Pararme a pensar por qué cosas me pagan, relacionándolas con mis competencias, desgranando cada conocimiento, habilidad y actitud que se pone en marcha en aquellas acciones que me son remuneradas.
Pensar en qué cosas sería yo el que estaría dispuesto a pagar por hacerlas.
Caer en la cuenta de en qué cosas los errores no me hacen desistir. Dicen que los errores son la mejor medida de nuestra verdadera motivación. Además, el hecho de que encontremos nuestra vocación no significa que las cosas nos vengan rodadas y sean sencillas (nada más lejos de la realidad), así que aquellos contextos en los que digerimos bien los errores posiblemente nos estén dando más pistas de lo que pensamos.
Considerar en qué tribus me siento más cómodo, qué tipo de personas son las que me capitalizan, me dan valor y me ponen en valor, me hacen sentir «yo», cómodo y auténtico. Y no me refiero precisamente a gente como Rocky Balboa, Daniel LaRusso o al teniente Pete Mitchell «Maverick«, no, a ellos no.
.
¿Y si con esto no gano dinero?
Recíclalo. Es así, aquí no se tira nada.
Es posible que del puñado de respuestas que pudieras sacar del punto anterior te des cuenta de que con ninguna, aparentemente, vayas a sacar pelas [y ojo, porque lo de APARENTEMENTE está puesto con toda la intención. No descartes demasiado rápido porque no serías la primera persona que encuentra la mejor solución en lo más accesible, divertido para ti y lo que menos habías pensado…], así que lo mismo no te queda más remedio que reciclar esa información.
.
.
¿Cómo se recicla?, bien, mira, toma nota de las respuestas que has ido obteniendo en el apartado anterior sobre esas cosas que te molan, despiertan tu curiosidad, afrontas con ganas, etc. Colócalas en una columna.
Ahora ponte a trabajar sobre todas y cada una de esas respuestas. De cada respuesta extrae las competencias profesionales que se activen, esto es, los conocimientos que pones en marcha, las habilidades que ejercitas y las actitudes con las que ejecutas cada una de esas actividades.
En este punto tenemos dos columnas, una de acciones y otra de competencias, nos falta una más. Observa solo la segunda columna, la de las competencias, y piensa en aquellas ocupaciones profesionales que requieran de esas competencias que tú ya tienes, y a las que quizás no le estés dando un uso profesional.
.
Como siempre comento, lo importante no es el resultado que obtengas, si no lo que seas capaz de dar de sí mientras elaboras todos estos pensamientos, ordenas tus ideas, tus competencias y en el mejor de los casos… te acercas a lo que te apasiona.
En definitiva, obsérvate, ponle nombre a lo que sabes hacer, cómo lo sabes hacer y para qué lo sabes hacer, y trata de identificarlo con aquello que te puede dar la mejor versión profesional de ti mismo/a.
.
…ah! y sí, y cuando vi flash dance qué crees que quise ser… ¿bailarín o soldador?
.
.
—
Procesos y Aprendizaje
puedes seguirnos
en
FACEBOOK (de una manera diferente)
y
en
TWITTER (compartiendo caracteres)
—
Deja un comentario